La importancia de detectar problemas visuales en niños
Las revisiones tempranas
ayudan a descartar ciertos defectos refractivos y patologías que a la larga
pueden ser irreparables. De esta forma, se podrá diagnosticar y prevenir más
rápidamente las principales enfermedades visuales de los pequeños: catarata
congénita y defectos de refracción como la hipermetropía, la miopía, el
astigmatismo, la ambliopía u “ojo vago” y el estrabismo entre otros.
Los niños pocas veces se
quejan de los problemas visuales y, en ocasiones, es complicado detectarlo en
ellos. Por ello, la detección de una anomalía visual no es sólo responsabilidad
del oftalmólogo, sino que consiste en un trabajo en equipo del que forman parte
también el pediatra, los profesores y los padres.
La agudeza visual del ojo
del recién nacido no supera el 5%. Al año se sitúa en un 10% y va aumentando
paulatinamente hasta los seis o siete años, en los que se alcanza la visión
adulta. De ahí la importancia de que los niños se sometan a revisiones
periódicas. La visita más importante es la que se realiza a los cinco años, pues
en ella los más pequeños generalmente ya colaboran en la toma de la agudeza
visual de forma fiable.
Además, si empezamos desde
edades tempranas a llevar al niño al Optometrista aceptará las revisiones
anuales como algo normal y lo adoptará como un hábito a lo largo de su vida,
algo muy importante para su salud visual.
Para un niño no es fácil
detectar que no ve bien, si no puede leer la pizarra o se le juntan las letras,
piensan que es algo normal, que está viendo lo mismo que sus compañeros. Algunas
señales que delatan un defecto refractivo son:
Nunca quiere leer y no le
interesa ningún tipo de lectura.
A leer en voz alta se salta
líneas de texto.
Cambia las sílabas de las
palabras de sitio.
No comprende ni recuerda
bien lo que lee.
Presenta un retraso en
velocidad de lectura con el resto de sus compañeros. Se detiene en cada una de
las palabras.
Se aleja o se acerca
demasiado al libro.
Gira y mueve la cabeza
cuando está leyendo.
Frunce el ceño, parpadea o
tiene los ojos llorosos y enrojecidos cuando realiza los deberes.
Se queja de dolores de
cabeza y está muy cansado después de leer o de hacer los deberes.
En caso de presentar
cualquier síntoma es importante acudir al oftalmólogo.
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