¿Es posible aprender a mirar?
Normalmente, no nos creamos buenas opiniones de los
interlocutores que no nos miran a los ojos mientras hablan, sino que miran al
suelo o al vacío –. Algunos autores han interpretado que no mirar a los ojos
mientras se habla quiere decir que se está mintiendo, pero es un hecho que no
está comprobado. Nos agrada que nos miren porque mientras hablamos la otra
persona hace microexpresiones involuntarias en su rostro que de alguna forma
guían nuestro discurso. Así, pueden poner expresión de sorpresa, incredulidad o
negación. Y son muchas las ocasiones en las que preguntamos, ¿Por qué pones esa
cara?
Por ello la forma de mirar transporta una gran cantidad de
información de lo que pensamos, queremos o sentimos y que, sin embargo, no se
verbaliza. Esté es el motivo por el cual las miradas, las sonrisas, las
posturas y el resto de elementos que configuran la comunicación no verbal sean
tan importantes en terapia.
Difícilmente puede ser moldeada por control voluntario, por ello
a través del mirar podemos interpretar aspectos del interior más profundo que
no pueden ser expresados de otra manera.
La investigación experimental también ha detectado una tendencia
a que las miradas prolongadas y recíprocas pueden ser un indicador de relación
duradera entre las personas. Algunos investigadores han propuesto un modelo
interesante y práctico para medir la intimidad de las personas en función de la
frecuencia de la mirada, la intimidad del momento y la cantidad de sonrisa.
De la misma manera, se ha apreciado que en una relación entre
personas caracterizada por el rechazo o la incompatibilidad se da una
disminución de la mirada. La hostilidad tiende a expresarse a través de la
ignorancia visual, y mucho más cuando el destinatario de nuestra hostilidad es
consciente de que lo ignoramos premeditadamente.
Una mirada fija puede emplearse para producir angustia. Se ha
detectado en estudios experimentales que una mirada que dura más de diez
segundos produce irritación y malestar. Los monos en los zoológicos han
reaccionado con amenazas y gestos de agresión a miradas fijas y prolongadas en
multitud de experimentos. La neurociencia ha comprobado experimentalmente que
una persona que realiza una mirada fija e insistente tiende a elevar su ritmo
cardíaco.
Cada uno de nosotros nos guiamos por la forma de mirar del otro
y, según ella, actuamos. Pero esas mil miradas que poseemos cada uno de
nosotros- según nuestros pensamientos, emociones y sentimientos- debe
enmarcarse en el conjunto de una mímica facial que nos es única como seres
únicos e irrepetibles que somos, además de unas pautas propias de posturas,
formas de caminar, jugueteos con pelo o accesorios y, cada uno de estos elementos,
aporta un valor esencial para la comunicación no verbal que, a su vez, es una
forma fundamental de comunicación; aquella que lo dice todo sin decir nada… con
el poder de las mil miradas.
Información de… https://goo.gl/Az2TWe
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